La Huerta la Brujera crece y evoluciona.
Hoy les he enseñado
la huerta a Carmen y a David, que vino con su hijo y dos amigos más de éste; los niños alucinaron con los caracoles.
David se ha decidido a participar en la huerta, y eso es muy bueno. Ya
somos tres, bueno contando con Juanjo, que seguro también querrá, cuatro.
Cosas que hemos hecho:
Hemos quedado que la
huerta tendrá unos pasillos por donde nos moveremos. El resto del terreno
trataremos de no pisarlo nunca, de esa forma mantendremos el suelo suelto y
ligero en muchas zonas, y pisado y duro solo en estas vías estrechas de acceso.
Las zonas con peor suelo las dejaremos sin cultivar para que
las hierbas naturales no desaparezcan al completo. La biodiversidad es muy
importante mantenerla, esto nos ayudará a controlar los enemigos naturales de lo
cultivos, pues en estas zonas van a habitar muchos insectos y microoganimos depredadores de los que se quieran comer nuestras plantas.
Carmen ha trabajado duro, ha retirado mucha basura, sobre
todo plásticos y alguna cubierta de bicicleta.
David, con un pequeño “amocafre”, ha hecho dos lomos donde
ha sembrado a chorrillo rabanillas.
Carmen y yo hemos plantado dientes de ajos.
Los dientes los hemos enterrado en pequeñas parcelas cuadradas. Solo hemos
cavado los hoyos y dentro hemos tirado los ajos. (Al principio me equivoqué y
le dije a Carmen que pusiera los ajos con la punta para abajo, un fallo tonto,
creo que así habremos sembrado una docena de ajos, hasta que me di cuenta de mi
error y rectificamos).
Mover la tierra poco
es algo que queremos probar en este experimento de huerta. Junto a los dos
lomos de rabanillas también hemos plantados ajos. Luego, allí donde
hemos sembrado algo, lo hemos cubierto todo con plantas secas o segadas, intentamos
así que el suelo se mantenga el mayor tiempo posible húmedo.
Creo que hacer lomos y bancales está bien, pero si te paras a
pensar un poco; por todas partes están creciendo miles de plantas muy vigorosas
sin bancales y en un suelo que no se labra. Por eso pienso que quizá mover la
tierra sea una pérdida de tiempo, y además cansa.
A David le ha gustado mucho la huerta. Se ha sorprendido con
la calidad del suelo, y más aún cuando ha visto que está lleno de lombrices.
A un vecino, que pasó por allí, le he invitado a que se sume
al proyecto. No me ha dicho nada, ni sí ni no; me comentó que allí plantaba el "Zorrito", pero que el problema allí era el agua;
yo le he dicho, para picarlo: “Es verdad que no hay agua pero ¿No seremos capaces
de criar unos ajos?”
David me ha comentado varias veces lo importante que sería
que un vecino quisiera vendernos agua, o intercambiarla por productos de la
huerta. Yo le he dicho que lo intentaremos, pero que si no, la traeremos de la
Fuente de los Caños a mano, e incluso no es una idea descabellada comprar una
goma larga, y llenar bidones con agua de mi propia casa que
está a 150 metros de la huerta.
Hoy 10 de diciembre Huerta la Brujera ha crecido, somos más y ya tiene en su tierra las semillas de los almendros, cebollas,
rabanillas y dientes de ajos. Lo próximo que me planteo es sembrar habas y
guisantes. Sé que vamos un poco tarde; dice el refrán: “El buen habero las
siembra en tosanto y las cava en enero” pero ¿y si acertamos y logramos
producir unas habas y uno guisantes estupendos?